Cada año, cuando diciembre llega a su fin, el mundo financiero intenta anticipar lo que viene.
Los bancos publican sus proyecciones. Los medios resumen objetivos. Los gráficos dibujan caminos “claros” hacia el futuro. Y los inversionistas —sobre todo quienes no viven del trading— se quedan con una pregunta muy común:
¿Cómo le doy sentido a toda esta información?
Para responderla, a veces conviene hacer una pausa antes de mirar hacia adelante.
Lo que se esperaba a finales de 2024
Hacia finales de 2024, el mensaje sobre 2025 era bastante tranquilizador. Se hablaba de una inflación que seguiría bajando. De una economía que se desaceleraría, pero sin caer en recesión. De una Reserva Federal que empezaría a bajar las tasas. Y de mercados que podrían subir, aunque a un ritmo más moderado que en años anteriores.
Cada institución lo decía a su manera, pero la idea general era clara: un “aterrizaje suave”. Menos presión monetaria, crecimiento más lento, pero sin sobresaltos.
Y, en líneas generales, eso fue lo que ocurrió.
La Reserva Federal sí recortó las tasas. La inflación continuó bajando. La economía se enfrió sin romperse. Y las acciones cerraron el año con ganancias importantes.
Pero cuando revisamos con más cuidado lo que los expertos realmente decían en ese momento, apareció algo clave.
No estaban tan alineados como parecía.
En qué no coincidían los expertos, y por qué eso importa
La diferencia no estaba tanto en la dirección. La mayoría coincidía en que no habría una recesión fuerte. Las verdaderas diferencias estaban en el por qué, el cuándo y el qué podía salir mal.
Algunos analistas esperaban recortes rápidos y agresivos de tasas; otros advertían que la inflación podía tardar más en controlarse. Algunos veían a la inteligencia artificial como un motor que impulsaría las ganancias de muchas empresas; otros temían que los beneficios se concentraran en unas pocas, haciendo al mercado más frágil. Algunos asumían que el mercado laboral se enfriaría de forma ordenada; otros veían señales de que el deterioro podía ser mayor.
No eran opiniones marginales. Venían de economistas, estrategas e instituciones respetadas, muchas veces mirando los mismos datos y llegando a conclusiones distintas.
Y eso deja al inversionista con una duda muy razonable: si los expertos no se ponen de acuerdo sobre qué mueve la economía, cuándo se darán los cambios o dónde están los riesgos, ¿a quién se le hace caso?
Ahí es donde muchos caen en un ciclo complicado. Cuando los pronósticos se contradicen, es fácil seguir a la voz que suena más segura, reaccionar al último titular o mover el portafolio según la narrativa del momento.
Pero seguridad no es lo mismo que precisión.
El mayor riesgo no fue equivocarse, sino creer que se tenía certeza
Visto en retrospectiva, los pronósticos más frágiles de 2025 no fueron los optimistas ni los conservadores. Fueron los que prometían certeza.
Los que se apoyaban en una historia perfecta —inflación bajo control sin sobresaltos, recortes de tasas sin fricciones, liderazgo continuo de unas pocas acciones— dejaban poco espacio para lo inesperado. Y los mercados siempre encuentran la forma de sorprender.
Incluso en un buen año, el mercado no avanzó en línea recta. En abril de 2025, titulares sobre aranceles provocaron una caída fuerte que borró cerca de 5 billones de dólares del valor del S&P 500 en apenas dos días. Muchos inversionistas entraron en pánico. Algunos vendieron.
Meses después, el mercado se recuperó y alcanzó nuevos máximos. Para el 24 de diciembre de 2025, el S&P 500 acumulaba una subida superior al 17% en el año y marcaba un nuevo récord intradía por encima de los 6,900 puntos.
Ambas cosas ocurrieron en el mismo año.
De hecho, para inicios de octubre, el índice ya había pasado por una caída cercana al 19% desde su punto más alto hasta el más bajo, mientras seguía marcando decenas de máximos históricos en el camino. Esa combinación —subidas fuertes y caídas profundas— es justo donde muchos inversionistas se ven sacudidos si reaccionan con emociones o persiguen pronósticos con demasiada urgencia.
En 2025, la paciencia no fue un lujo. Fue una necesidad.
Qué nos dice esto sobre los pronósticos para 2026
Hoy, a finales de 2025, estamos leyendo pronósticos para 2026. Y el patrón se repite.
De nuevo hay una narrativa base compartida: crecimiento moderado, inflación más controlada pero no desaparecida, una Reserva Federal cautelosa y mercados respaldados por las ganancias y la innovación.
Pero, otra vez, las verdaderas diferencias están debajo de la superficie. ¿Seguirán bajando las tasas o volverán a subir? ¿La inteligencia artificial impulsará la productividad de forma amplia o concentrará aún más el riesgo? ¿Factores globales como el comercio, la energía o la geopolítica seguirán en segundo plano o volverán a tomar protagonismo?
La mayoría de los pronósticos reconoce estas dudas, aunque muchas veces aparecen escondidas en advertencias y notas al pie. Y eso es importante. No son debilidades. Son recordatorios de que pronosticar no es adivinar, sino trabajar con probabilidades.
Por qué esto importa para el inversionista promedio
La mayoría de las personas no intenta ganarle al mercado todos los días. Invierten pensando en su retiro, en su tranquilidad financiera y en sus metas de largo plazo.
No tienen información privilegiada. No pueden acertar siempre el mejor momento. Y no necesitan tener razón cada año para avanzar.
Por eso, la pregunta clave no es:
¿Qué pronóstico va a acertar en 2026?
La pregunta real es:
¿Qué estrategia sigue funcionando incluso cuando el pronóstico falla?
El valor de diversificar, pensar a largo plazo y ser constante
Diversificar no es ser negativo. Es ser realista. Cuando expertos confiables no coinciden en causas, tiempos y riesgos, apostar todo a una sola historia vuelve al portafolio más vulnerable. La diversificación acepta que el futuro puede tomar varios caminos y se prepara para eso.
Pensar a largo plazo hace algo igual de valioso: reduce el impacto de los errores de pronóstico. Con el tiempo, las economías se ajustan, las empresas evolucionan y la innovación se acumula de formas que nadie puede anticipar exactamente. Cuanto más largo es el horizonte, menos peso tiene una sola historia anual.
Y la constancia es, quizá, la ventaja más subestimada. La mayoría no invierte una sola vez; invierte de forma periódica. Cuando las aportaciones son constantes, la volatilidad deja de ser una amenaza y se convierte en parte del proceso. Las caídas ya no se viven como pánico, sino como momentos para mantener el rumbo.
Nada de esto significa que los pronósticos no sirvan. Sirven para entender riesgos y hacer mejores preguntas. Pero la experiencia de 2024 y 2025 deja una lección clara.
Mira este episodio de Finhabits Talks para entender mejor por qué la diversificación es clave:
El mercado es difícil de predecir, incluso cuando el resultado parece obvio con el paso del tiempo.
Para quienes no están persiguiendo acciones ni reaccionando a cada titular, el mejor predictor de la construcción de patrimonio no es elegir al “experto correcto”.
Es elegir un proceso que no dependa de adivinar el futuro.
Diversificar para evitar apuestas frágiles.
Pensar a largo plazo para reducir el costo del error.
Ser constante para que el interés compuesto haga su trabajo.
Por qué esto importa en Finhabits
En Finhabits, esta forma de pensar es central.
No creemos que el bienestar financiero se construya tratando de anticipar el próximo movimiento del mercado o reaccionando a cada noticia. Creemos que se construye desarrollando mejores hábitos financieros: hábitos que ponen en primer lugar la diversificación, el largo plazo y la constancia, por encima del ruido del corto plazo.
Los mercados siempre serán inciertos. Los pronósticos siempre cambiarán. Pero un proceso disciplinado —invertir de forma regular, mantenerse diversificado y enfocarse en metas de largo plazo— no depende de tener razón sobre el futuro.
Depende de seguir adelante.
No porque el futuro sea imposible de conocer, sino porque es complejo. Y en sistemas complejos, la solidez importa más que la precisión.
Aviso:
Este material se proporciona únicamente con fines informativos y no pretende ofrecer asesoramiento en inversiones, legales o fiscales. Todas las imágenes y cifras son para fines ilustrativos. El servicio de asesoramiento de inversiones es ofrecido por Finhabits Advisors LLC, un asesor de inversiones registrado en la SEC. El registro no implica un cierto nivel de habilidad o entrenamiento. El rendimiento pasado no garantiza resultados o rendimientos futuros. Todas las inversiones implican riesgo y pueden resultar en la pérdida de capital. Los valores son ofrecidos por Apex Clearing Corporation, miembro de FINRA y SIPC. Los valores en su cuenta de APEX están protegidos hasta $500,000 lo cual incluye un límite de $250,000 en efectivo. Consulta SIPC.org para obtener más detalles.
© Finhabits, Inc. Todos los derechos reservados.
Fuentes
- Federal Reserve Board – Summary of Economic Projections, December 18, 2024
- Reuters – Wall Street sees stocks rising in 2025, but gains slowing, November 26, 2024
- Fondo Monetario Internacional – Perspectivas de la Economía Mundial
- Reuters – S&P 500 loses $5 trillion in two days in tariff-driven selloff, April 4, 2025
- First Trust Portfolios – S&P 500 Index Performance Check: Q3 2025, October 9, 2025
- Reuters – S&P 500 hits intraday record high fueled by rate-cut bets, December 24, 2025
- Federal Reserve Bank of St. Louis – Professional Forecasters’ Past Performance and Outlook, December 2025



